viernes, 24 de agosto de 2007

LAS ALAS DE LA TRISTEZA


LAS ALAS DE LA TRISTEZA

Una transparencia cristalina
son aquellos ojos claros
de mirada impenitente,
aquellos ojos grandes
almendrados y verdes.
De pestaña infinitas
y de cejas solariegas,
de sombras y pinturas,
de pómulos de cera
manzana evocadora de Eva.
Fue la asonancia de su voz,
o el eco melodioso
de su risa cantarina,
aquellos finos labios
en su boca de marfil,
labios acaramelados
de color de carmesí.
El perfil de sus mejillas,
su nariz romana o griega,
el tacto de su pelo,
del color de la cerveza,
trigales que de grana
alegraron mi tristeza.

La elegancia de su cara,
el porte de su pecho,
el perfil de la mirada,
la seducción de su alma,
su piel pálida y serena,
un volcán de fuego
debajo de sus faldas.
Y llego como una brisa
al atardecer de mi alba,
un copo blanco de nieve
luz de luz que se aguarda
después de los ojos ciegos
en la oscuridad de la grana
como el rocío de la mañana
embauco mi alma.

Yo mayor que tu,
un hombre ya hecho
famélico entristecido,
y tú, la esperanza nueva
un papel para escribir
sobre la inocencia.

Tu cuerpo de guitarra
hacían de mí,
un hombre orquesta
dichoso de tocar
tu melodía y tu cuerda.

Los ojos gavilanes
inyectados de menta,
gaviota en las alturas,
y un felino en la tierra.

Yo quería en ti
la gota de roció
en la transparencia,
el néctar de tu ser y tu presencia.

Tú querías la mar inmensa,
los oleajes y la alborada
en un dedal de plata,
al ladito de tu cama.

Yo sembraba la semilla de la fe
en un hueco de tu alma,
la curiosidad y la paciencia,
tú sin embargo en el espejo
te sentías coqueta,
haciendo posturas y muecas.

Eras la niña de mis ojos
la mujer de mi creencia
la alianza de mi mano,
y yo no sé, para ti que era.

Yo te enseñe la melodía caprichosa
que apagaba la sed de tus arcos
y a sentir tu alma bailando
en las ascuas de tus labios.

Tú me enseñaste,
a querer la ambrosia
susurrante de tu boca
y embriagar los sentidos
con tu amable presencia.

Yo mi mundo te quise dar,
y tú no dejabas de jugar,
yo quería unión y futuro,
tú querías un barco sin rumbo,
Una estela en el agua,
Un fleco de cometa,
Y una pirueta
que en el aire se sostuviera.

Yo quería la semilla de tu vientre
a ese ser naciente,
hijo mío y tuyo,
tú querías deshacer el infortunio,
te veías por la vida acorralada,
no creías en la ilusión enamorada,
no era tiempo de pañales y lactancias.

Yo me opuse a esa jugada,
y plante las cartas boca arriba,
tú abandonaste el juego,
acabaste la partida,
y te fuiste de esta historia desairada.

No sé si fue mi mal juego,
si fueron sus ojos,
si fueron sus risas,
si fue su belleza
si fueron mis faltas de flaqueza,
me abandone,
en las alas de la tristeza.

Notas musicales,
pasaron por mi mente.
melodías ya pasadas,
de Serrat y Alberti.
chelos pasionales
que se pierden en la noche.

Preguntas sin respuesta,
de palomas ausentes.
la paloma equivocada,
cambio de nido,
cambio de rama.
el palomo, vuela alto,
convertido en gaviota solitaria.

1 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Mal asunto es abandonarse a las alas de la tristeza, esta siempre suele llevarnos a su tétrico nido...

Un abrazo

1:18:00 p. m.  

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