martes, 14 de julio de 2009

El reflejo del ego


El reflejo del ego



Sumiso al dolor y la ausencia
gimotea la nervadura del ser,
la llama que enerva de brillo
la esmeralda de luz esperanza
desespera sus lacónicos verdes
en sulfuros que ahogan su alma.

Marioneta de hilos plisados
tienes en la risa una pena
tatuada a tus labios
y el corazón desmembrado
cosido de hilván deshilachado.

¿Qué le paso a tu hueso cereza?
¿qué latido arrugo su costado?
¿qué sangre fluida de rojo
convirtieron tus venas, en vasos leñosos?.

La luz de tu estrella
se desvanece en un sueño dorado
y el diamante que pulías
se va gastando de frotarlo.

Fue tanto su centelleo furtivo
fue tanto su mirar cautivo
que la mirada se petrifica
congelándose tus lagos de hiedra
se vidriaron tus verdes pupilas.

Se convirtieron en resina seca
ámbar de verde pradera
que hiela el calor de lo adentro.

Náyade agorera mundana
ensombreciste tu perla marina
en un ego difuso y calcáreo
he hiciste de la madre perla
serrín en los labios.

Tu alma de brillo de estrella,
y tu corazón de humano
ante la adversidad maniquea
la soberbia la convierte
en guiñapo de trapo.

Aunque se que eres ostra
y en el fondo de ti
escondido en tu seno,
abrigado en un pálido velo
fructifica un tesoro.

La perla que cultiva tu alma
en sólidas capas de nácar
sé que eres gestante
del tesoro que guardas.

Pero mira en sus adentros
y te desvelaran otros colores y otros destellos
que igual no brillen tanto hacia afuera
pero calientan y queman por dentro.

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