jueves, 12 de noviembre de 2009

Cantos del agua


Cantos del agua

El ocaso tibio de la tarde
a naranja la espesura del cielo
y mansamente se expande
en un manto zaino
fundiéndose al negro.

Selene,
resplandece de hermosura
y su influjo de luna
me embruja mutante,
a las orbitas de unos ojos
que me hieren en su bogar.

Dos óvalos espiritosos
orlados de cabellos de seda
se alean junto a la marea
de una mirada felina.

Espliego que tonifica mi alma,
y me arrulla el sentimiento,
quebrando mi entendimiento
en esos faroles de hiedra.

Carburos de menta acida
alborean la noche ánima
fresando a la madrugada
retazos de carmín cereza.

Las pupilas se hicieron algas,
en los estanques del agua mansa
y las ovas de su iris se espesan
de tinta inyecta
de un corazón de menta.

Se riza en el aire una sonrisa tierna
que nace de los umbrales
de una noble hembra,
mujer de almizcle,
que perfuma la ausencia.

Tu, fantasmagórica ilusión,
mujer de papel de charol
que pintas de pasteles
los mares y los cielos
y te guardas el abismo y la ceniza
en tu fuero interno.

Eres como el clown
que dibuja su sonrisa
con un color alegre y tierno
y en las comisuras de los labios
apunta el luto y el destierro.

Tiñes la vida de glucosa azucarada
y en el fondo de tu lágrima
se perla la sal amontonada
de los lagos que se ciernen siempre verdes.

Ruedas por los ciclos de un abismo
donde se desmorona la esperanza
en las liturgias del olvido.

Tu, mujer sin nombre
doncella del aire,
eco del viento,
paladín de mi historia
y Dulcinea de mi verso.

Solo tú sabes quién eres,
solo tú sabes que has hecho,
cantarina agua del silencio
en mi vaso se ahoga un te quiero,
murió seca la flor de lo adverso

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