huyendo de la muerte
el Sol se deshilacha en el ocaso,
mientras Selene teje
un velo lácteo en el espacio.
la tarde se adormece
al olor de las magnolias
y un aire tibio me envuelve,
zigzagueante por estas lomas.
tierras rojas de olivares
preñadas de sementera,
oro verde que se cuece
en el campo y la rivera.
la ciudad se desfoga
en estas horas de tiniebla,
y tímidamente las calles
van encendiendo farolas.
un pensamiento vago
serpentea por la cabeza,
y caminando calles
voy a la cita de mi memoria.
al final de la avenida
junto a una venta popular
en la terraza de aquel bar
mi ayer me vino a encontrar.
lo que pudo haber sido y no fue
me espera, sentada en la mesa,
con una mirada de miel
delata su femenina presencia.
los calendarios pasaron
bifurcando nuestras sendas
y de la mesa solitaria
renacieron las vivencias.
recuerdos de un ayer
de juventud y adolescencia
remembranzas del pasado
que dejaron posos y huellas.
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