domingo, 4 de noviembre de 2007

EL ECO DE MI VOZ


El eco de mi voz

El eco de mi voz,
huye de mi,
como alma en tinieblas
que se esconde y se encierra
en el murmullo del viento.

Recuerdo como vibraban sus ondas
en armonías frescas.

En ramilletes de albahaca
y olor a hierba buena,
como oleajes de olivo,
o de trigales de menta.

Quedo muda la párvula flor,
que motivaba mi amor,
y arraigaba mi cuerpo.

Deserto de la cálida noche
que consumían las lunas,
las horas se hicieron cenizas,
y se perdió en el mar con la bruma.

Un amor discutido,
dicotómico y reñido,
pero bien querido,
llegue con él al desespero,
pero no sé porque,
tanto lo quiero.

No es su belleza carnosa
ni sus alas de mariposa,
es el abrigo del alma,
que aunque humana,
me fascina y me encanta.

Y mira que es un alma jocosa,
irónica y bucólica,
muy impetuosa,
sedienta de conocimiento,
y hambrienta de deseo.

Me ahoga su carencia,
intente su desprecio,
aniquile su ausencia,
pero no hay forma,
aun la quiero.

Si cierro los ojos la veo,
si tomo la pluma, me abruma,
si la mando a paseo,
no puedo.

Esta hay hechizándome,
sodomizándome, catapultándome
por los confines del aire.

La hora era la nona,
Se le hizo demasiado tarde,
Mañana seguiremos con el relato.

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