lunes, 8 de septiembre de 2008

IMÁGENES


Imágenes

En la lejanía se aviva una imagen vespertina
Que inunda el cielo a granel, en hordas de cúmulos enmarañados de sol, el plomizo acuoso avanza en los estertores de un cielo marengo, el vaporoso halagüeño algodón, va cargado de húmeda ilusión a los ojos del labriego, promete una noche lluviosa y cantarina.
Una cifra en la agenda pluviométrica, y un buen tema de discusión en la taberna.

Siempre es poca el agua para la tierra, y estos días tras del verano la sofocan casi de una sed desertica.

En el horizonte desdentado se acuña la noble y vieja ciudad, que me adopto en mi primera infancia .

Un día hizo mención de ella un capitán enamorado,
Que a la espera de la conquista de dicha ciudad, poco antes de entrar en combate este desapareció.

Cuando Fernando III el santo noto su falta, y una vez ya conquistada la ciudad, le pregunto al joven capitán
Alvar Fáñez donde había estado, y este le contesto: me perdí por esos cerros de Úbeda señor.

La frase fue tomada irónicamente por los cortesanos,
Y quedo para la posteridad, como un dicho español,
De salirse por los cerros de Úbeda, nunca mejor dicho en la misma expresión de la palabra.

La verdad es que estaba de picos pardos, con una mora a esas mismas horas de la batalla que le robo el corazón.

Ya lo dice un refrán español, puede más pelo de
Coño que maroma de barco.

La ciudad se amamanta de unas cordilleras y lomas blancas, preñadas de sementeras y verde olivos.
El rio Guadalquivir la riega de lejos, aunque sus neblinas mañaneras nos recuerdan siempre a este Betis.

Una vieja ciudad, cartaginesa, moruna y cristiana,
Cuna del renacimiento andaluz, en sus calles
Aromáticas de aceite se impregnan la sabiduría de un pueblo leal y alegre.

En la calle Valencia su huele a barro, por los miradores verde letargo de un mar de olivos enfilados.

En sus callejas detrás de cada postigo la nobleza
Se adivinan en su porte los blasones familiares.

Por los viejos caminos que serpentean en el follaje
se ven ligeros de equipaje a los campesinos ya de vuelta de su jornada labriega.

La tarde ya desfallece, la noche se encamina lluviosa,
Ya os contare en otra hora, otras cosas de esta tierra.

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