Como cascara de nuez
En el mar de los sargazos
la calma chicha me contiene,
el viento impávido,
no mueve pluma ni hoja.
La mar aquieta sus aguas,
se adormecen y emperezan,
la blanca espuma
brilla por su ausencia.
El velero despliega toda su seda,
enarbola todo su trapo,
es ilusoria la fantasía
y la danza con el aire.
En las galernas del viento,
acicalado y venturoso,
un sordo corazón late
no quiere oír las plegarias
del tripulante de la nave.
Cae la tarde,
y el mar es una balsa de aceite,
el sol se mece, en la planicie acuosa,
mientras el implora,
a la rosa de los vientos,
que le sea venturosa.
Paga las gabelas a Nato,
en promesas que él se hace,
librando a las ataduras del aire,
y mil mariposas nacen,
revoloteando el espíritu de alguien.
Una gaviota planea en el viento
siguiendo la estela de un velero,
la vela se preña de una brisa sureña,
y mar se riza contento a la quilla del barco.
El rumbo prosigue,
a la espera del puerto
que se funde en el sueño,
al llenarse de aire.
Aire,
es lo que se ciñe a mis labios,
por intentarte besarte.
ENAMÓRAME
Hace 12 horas
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