domingo, 17 de febrero de 2008

Tanto la quería


Tanto la quería


Que el amor le consumía
Una llama le incendiaba
Otra le abrasaba
Poco a poco el corazón,

Su pasión de enamorado
De un amor desesperado
Siempre algo enajenado
Hizo prenderse en flor.

Siendo perfume y aroma
Fragancia de beso en la boca
Néctar de miel y candor.

Pasión desatada de un hombre
Que funde sus arcos candentes
Sobre tu alma doliente.

Gotas de sangre y roció
Que besan tus labios desiertos
Granates, ardientes, helenos,
Florecidos de exótica mujer.

Se desprende de todo
Se hizo verso, onda y poema
Y vago su alma en pena
Sobre el sutil etéreo
Ya nada para el existió.


Tanto la quería


Que vació su cuerpo entero,
Y se hizo fugad, tenue, ligero,
Gravitando en los cielos,
Como pluma, como verso,
Como simple pensamiento,
Filibustero del aire.

Fusionándose en el viento
Y en forma de lamento
Musitando al oído
Su poema le contó.

Blanca flor de mi pasión
Armonía de mi sentimiento
Jardín y fuente de mi vida
Arroyuelo de mis días
Eres luz y sinfonía
Alegría y guía
De mi alma herida.


Tanto la quería


Que el amor le destruía
Solo pensaba en ella
En su fresa de pasión
En los sibilinos besos
Y el abrazo caluroso apasionado.

En su mirada tierna, radiante,
En la profundidad de su alma,
En los goces de su pecho,
En el ritmo sosegado y lento
De su noble corazón.

En un amor galopante
Que se acrisola con sexo
Fusión de alma y de cuerpo
Aleación de sentimientos
Que casi desfallecen de amor.

Se alza en pensamiento puro
Sublimizados en el cosmos
Con los hechizos del amor.


Tanto la quería

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