viernes, 12 de septiembre de 2008

LA HISTORIA DE UN BESO


La historia de un beso

Ensombrecí las cejas
la angustia desazonaba mi estirpe
explosionaba en mí
la mitad de mi mismo,
mi credo se hizo vano indisoluble
aquel castillo de naipes,
se hacia una montonera.

Después de la discordia
fue la carcoma de la ausencia
quien minaba el corazón
pusilánime se creó el vacio
y en aquella oquedad cavernosa
se instalo el hastió.

Las necesidades del alma
son cortesanas del ego,
y el ego es la indolencia del egoísmo.

Imperiosa la mente buscaba el encuentro
no quería ser el homicida
de su otra realidad femenina
aunque la diosa creada
en la locura de la indulgencia,
fuese chabacana, vulgar y ramera.

Y aquel día de improviso
el azar quiso que estuvieran en el mismo sitio,
Y un escalofrió recorrió el espacio
una presencia mitigo al dolor
las miradas celadas se buscaron
y el encuentro radiante fusiono el amor.

Una media sonrisa asolo nuestras caras,
Y sin mediar palabra
los labios tiraban de los cuerpos
fueron, en busca de sus iguales
como dos imanes que se atraen
como si el uno sin el otro,
Fuesen nada, muy poca cosa.

Y aquel beso hechizo la paz y el sosiego
quebrantando la armonía del alma,
Quedó tatuado a fuego
en la comisura de los labios,
quedo grabado a hierro en el alma.

Sin decir nada te dije todo,
sin mediar palabra,
Tuvimos la conversación más larga,
Y sin unir nuestros sexos
llegamos al más profundo orgasmo.

la alegría y el llanto dibujaban en la cara
los estertores del espíritu,
nunca fuiste mía, como aquel instante,
nunca habré amado así a nadie.

Después de aquello
nos miramos a las caras reconociéndonos
y saltaron sendas lagrimas,
de mis ojos y tus ojos
Fue un fin apacible pero irremediable.

No se puede parar el tiempo,
y algunas burbujas del pasado
Duelen más que un dulce beso.

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