martes, 21 de octubre de 2008

Mutismo


Mutismo


Acallo el tumulto enardecido de la mente,
Y silencio al deseo,
amordazando al insolente ego,
así todo acaba en una prosodia,
sinfónica de eterno silencio.

Es entonces cuando nace en mí
el ser reflexivo, curvilíneo
que empaliza con su entorno,
sosiega el espíritu.

Meciéndose en el frío columpio de la razón
auto extasía lo vivido y friega la conciencia
para seguir andando el camino.

Y ahí estas, ojiva verde menta,
entre medio de las rosas,
perfumando mi existencia,
alterando la conciencia,
embutiéndote en cada cedula.

Y el deseo ya no caya,
poco a poco se subleva,
me ha salido respondón,
y del hígado de las tripas y las células
el ego se desprende del bozal.

Se hizo un caníbal insaciable,
Y pretende tu cuerpo de paloma,
ya no hay ni calma ni sosiego.

El espíritu busca a su igual
dentro de los subterráneos de la mente,
se quiere abrazar a si yin yang.

Es entonces cuando la vida me acoge
y libera mi ración de endorfinas,
será acaso que soy adicto del amor.

Que vacuna, que terapia me soslaya
a estos estímulos neuronales
que a mi alma complace.

Somos pura energía
concentrada en un envasé,
una trama de capilares
que responden a un impulso.

Cuando se acabe,
o haya un corto circuito,
y vegetemos en un vacio,
¿Dónde quedara Dios?

Quizás solo sea un impulso eléctrico
neuronal de la razón.

De todas maneras
Que la fuerza te acompañe.

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