lunes, 5 de noviembre de 2012

EL TREN



El tren

Acostumbrada a un pacto perpetuo con las tinieblas, la luna venció al sol, que fallece impotente en el campo de batalla.
bojo un cielo de plata y una noche tenebrosa el astro divaga,
al son de una nana que el viento el silba mientras las nubes le ponen almohadas.

Selene juega al escondite y se cubre de cenizas tras una gruesa nube.

Se perfila el contorno desdentado de la ciudad en el espejo oscuro del puerto.
La urbe languidece dormida, y el cielo destiñe su azul cobalto, y se enluta de negro estrellado,
es la hora del búho y el mochuelo, del alma en pena en estas horas de brujas.

Mientras los ciudadanos descansan en lo profundo del sueño, la ciudad se acicala, se recogen las basuras,
y el panadero prepara el pan tierno de la mañana.

Las farolas disipan unos destellos muy bellos que se embriagan de color en los charcos de las calles,
la luz se contonea en ilusión fantasmagórica, y las sombras son las postulantes de la noche.

En los arrabales, la gente ociosa, consume su tiempo en la compra de alcohol, diversión, droga y sexo.
Oportunistas y maleantes están al acecho mientras la gente que alterna vive la pérfida noche.

Sentada en un viejo coche, mi compañero y yo
degustamos un café largo, no muy bueno, pero al menos nos sirve para calentar las manos, mientras charlamos de algún trapicheo, o un buen trato, ya que con esta profesión de mierda se alcanza un mal salario.

Cuando en esto, sonó la radio.

_Atención, atención, a todas las unidades disponibles en el sector dos.
Atraco a mano armada en la calle Corrientes, dos delincuentes armados con arnas de fuego.
Robaron la farmacia de la calle, produciéndose en la huida un forcejeo, como consecuencia del delito dos muertos, el dependiente y un transeúnte atropellado en la huida .
Parecen ser los fugitivos escapados esta misma tarde de la cárcel del condado; Se pide precaución extrema, si son estos los delincuentes, están cumpliendo condena de homicidio, estupro y canibalismos.
Son los lideres de una sexta satánica. Los hijos de Belcebú

_unidad veintisiete, entendido, nos dirigimos haya.
cierro y corto.

La sirena y las luces intermitentes nos abrían el paso, cuando antes de llegar a la confrontación de la calle,
un vehículo a toda pastilla y en dirección contraria, con toda la delantera abollada y ensangrentada se cruzo ante nosotros,
y sin más preámbulos se emprendió una trifulca de ráfagas y disparos, la balacera, se intercambiaba entre los coches, con tal fatalidad que con mi arma reglamentaria, un revolver del 38 agujeree el tanque de combustible y este salió ardiendo y explosionando luego, estrellándose contra otro coche aparcado en la calle.

Salimos para prestar auxilio, pero ya era demasiado tarde, el conductor estaba muerto, y el otro ocupante, una bola humana de fuego gritaba,
_Maldita puta arderás con migo en el infierno……

Fueron las últimas palabras de este desdichado infeliz,
Unas nauseas invadieron mi cuerpo, el hedor a gasolina y carne humana abrasada y aquellos globos oculares blanquecinos cocidos en la faz negruzca de su cuerpo,
tuve que hacer de tripas corazón.
Mucho papeleo, un mal trago y paso el tiempo.

Tuve fortuna, me salió bien un trato y deje aquella profesión, la vida sonreía, como nunca sonrió, tenía dinero joyas, posición.

Nunca me encontré más joven y bella, mi rostro rejuveneció, en el amor siempre triunfaba y era la musa de muchos hombres hábil mujer seductora, envidia de cualquier mujer que se considerara como tal.

No tenía que ocuparme de ningún trabajo, recibí una heredad de un tío americano, que ni siquiera conocía,
Una pequeña fortuna.

Una mañana de invierno, como otra cualquiera con un frió glaciar, me levante de la cama aturdida, pesarosa, divagando en algún sueño nocturno que rodó por mi cabeza.

Pero no tenia exacta conciencia de ello, como todas las mañanas me arregle y tome rápido el desayuno, cogí el paraguas en previsión del mal tiempo, baje a la calle en tránsito aburrido, pensando en mil cosas, y quedando naufrago entre tanta gente.

Ahí estaba como todas las mañanas aquella boca de metro mal oliente, baje las escaleras cruce los pasadizos subterráneos, y fue algo insólito.
la parada del metro estaba solitaria, no había nadie, espere unos minutos, y el sonido metálico de las vías férreas ahuecaba su eco en la boca del túnel, me hizo entender que ya estaba aquí.
Se detuvo la maquina muy cerca de mí, y de pronto, se abrió la ventanilla de la cabina del conductor.

_Señorita, señorita, el maquinista me hablaba y llamaba mi atención, un hombre bien parecido apuesto y guapo,

_si dígame.

_mire usted la vengo observando todas las mañanas y siempre sube en esta estación, quiere hacer hoy un viaje diferente y divertido subiéndose con migo en la cabina; conocerá una ciudad sorprendente que nunca vieron sus ojos…

No sé porque aquel ofrecimiento me sedujo, quizás porque vi. algo familiar en aquello ojos, aunque era inverosímil, seguro que tendrían prohibido montar pasajeros al lado del maquinista.

Pero me pregunte cuando me vería en otra oportunidad igual, subí con él a aquella maquina imponente llena de artilugios, el con su uniforme impecable azul marino, tan apuesto y tan guapo, me deje seducir, encontré algo peculiar en el.

El tren se puso en marcha…
Entramos por la garganta de la boca del túnel, y poco a poco la maquina empezó con una aceleración progresiva,
Lo mire, y el tenia un brillo extraño en los ojos, se dio cuenta, y una mueca medio burlona dibujo su cara, en esto que el tren corría mas y mas, yo diría que a unas velocidades imprudentes, los carteles anunciaban una estación próxima y la maquina no desaceleraba, al contrario, corría como una exhalación, en esto que entramos en la parada, y estaba todo lleno de público, pero como si no atendiesen al ruido del convoy, pasamos rápido y veloz, la gente ni se inmuto de nuestra presencia, Y un frió me helo las venas, aquel era un tren fantasma.

Con un único pasajero, y ese pasajero era yo.

_No te acuerdas de mí, puta asquerosa, yo fui tu bonzo pistolero, viajaras hoy a los confines de la tierra en este tren maldito y arderás con migo para siempre en los infiernos.
No por tus entupidos crímenes, si no porque hoy venció tu contrato con el maestro, el señor de los infiernos.

2 comentarios:

  1. Me ha encantado tu relato !Enhorabuena¡¡
    Espero tus próximos posts
    Saludos

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  2. Muy bien narrado, un relato interesante que nos lleva hasta el final insospechado.
    Felicidades amigo mío.
    Besos

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