lunes, 27 de agosto de 2007

UN ARBOL DE CUENTO


Un árbol de cuento

Árbol de la orilla del camino
eras un orgullo de esta tierra
con tus hojas en lanzadera
casi tocabas las estrellas.

Y en tu sombra holgada y lánguida
reposaba fresco el peregrino
el ruiseñor cantaba con un dulce canto
y el jilguero le contestaba con su trino.

En las atalayas de tus ramas
Las avecillas del bosque
En mil nidos habitaban
las entrañas del castillo.

A tropel el soplo del aire
amilana tu esqueleto
Meciendo tu vestido verde,
impregnabas de esmeralda el paisaje
moviendo tu melena con viento.

Cambiabas cada otoño
las esperanzas de tus sueños
y para abril o mayo nos regalas
las flores blancas de tus ramas.

Orgulloso árbol que te asolo un día
una tormenta veraniega,
gigante verde que abrazabas el aire
sin nadie que lo impidiera.

Viejo árbol hendido por el rayo
que arraizado estabas a la tierra
tu tronco hueco carcomido
por el rayo enfurecido
quedo por dentro ensombrecido.

Se apago el verde esmeralda de tus ramas
Y el follaje no camufla a los nidos
Ya la savia no circula por el tallo
y tu alma se volatizo en la tormenta.

Tu corazón ardió con el rayo
te quedaste como el espantapájaros
una deficiente viñeta
con simulada silueta de hombre
las manos y los pies yertos.

El peregrino no se detiene en su camino
solo sirves para el derribo
y hacer leña de ti,
o dejarte en el paisaje aterido
como parada de algún ave viejera.

Dolorido árbol
hoy tu sombra es lúgubre fantasmal y vieja,
asustas a la juventud,
aunque tengas sabiduría añeja,
quizás algún día florezca
algún hijuelo entre tus ramas.

O te caigas de viejo
y te consuma la polilla y la carcoma
o algún leñador se apiade de ti
y le sirvas para calentar su cobijo.

Árbol por el ralámpago retorcido
ahora que termino mi cuento
veo en tu tronco, una yema floreciendo,
quizás el rayo no se llevo tu alma,
y esta sea tu alma renacida,
o un cantico de la primavera.

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