jueves, 11 de octubre de 2007

EL VASO


EL VASO

Tenía sed, y mire aquel vaso de peana nacarada,
y rebordes dorados y una fina talla de cristal labrado de arabescos y flores, limpio, impoluto, brillante, cristalino; podría estar en la vajilla de un monarca, o ser la cotizada pieza de la vitrina de tu casa.
Pero al cogerlo para apagar mi sed, y llevarlo a los labios, su agua estancada sabia mal, era agria y amarga.
Un precioso recipiente, para un continente tan amorgo, que repelía los labios y deploraba el estomago.
Deje aquel vaso de agua encima de su bandeja de plata.
Y sacie mi sed con una humilde fuente de agua limpia y clara, utilizando de vaso mis manos cruzadas.