viernes, 5 de octubre de 2007

AQUELLOS OJOS VERDES


AQUELLOS OJOS VERDES


Tenía deseos de estar con ella, y sentir aquella fragancia que me inducia desde hace tiempo, al inflijo de su encuentro, de mirarla y contemplarla, y encontrar las razones de mi porque, ese día hice el viaje sin premura.

Y me fui decidido a mi encuentro,
entre en la sala, y al final cerca de la puerta estaba.

Su mirar traspasaba todo el espacio, aquellos cálidos y frescos iris menta, ondeaban en oleajes de verde trigo, que tantas veces irrumpieron mis sentidos, aquel rictus de la cara desafiante y orgulloso, parecía estar segura de si.

Una mujer en similitud troyana o griega de alta cuna, afilado labio sibilino, y al mismo tiempo carnoso, peregrino, parecían decir algo.
Que solo el viento y su mirar profundo y perdido en la eclipse del horizonte entendían.

Sus manos juntas en posición oratoria, dejaban ver la nervatura de sus venas, su cuerpo enjuto fibroso y atrayente se adivinaba debido a la semis trasparencia de su vestido de talle corto vaporoso, medio caído.

Solo su larga melena radiante le cubría la espalda, y parte de un seno, aquella mujer estática de el final de la sala, en su espera infinita con el tiempo, tenía un algo especial, que a my me recordaba a alguien, era como un jeroglífico que nunca resolví.

Ensimismado en la imagen, de aquel ángel en su purgatorio semidesnuda, con un gesto taciturno en su plegaria.

Sentí unos golpecitos en la espalda, que me saco momentáneamente de la ensoñación, me di vuelta, y aquel señor de uniforme me dijo.

_Dese prisa, que solo quedan diez minutos para cerrar el museo.

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