lunes, 27 de febrero de 2012

¿Quién nos salva?


¿Quién nos salva?


la pluma pretende desflorar el papel, ante el reto del negro sobre el blanco,
las palabras vienen a mi boca he intento disuadirlas pues me gustaría quedarme
con el conecto de la idea.

El humo de mi cigarro zigzaguea el espacio, hilvanando en el aire sortilegios grisáceos,
es la hora mortecina del sol que lo engulle las garganta curvilíneas del horizonte,
las tinieblas enlutadas tímidamente se aclaran con la incandescencia eléctrica,
dibujando en la noche varios puntos de estrategia.

La radio sintoniza una emisora cualquiera y preconiza la hora con una señal radio eléctrica.
Se mueve un impulso melancólico, otra vez en los foros internautas,
Que preguntan desdichados, quien nos salva.

Sucumbí a la catarsis de una vida floreada, donde una mano acrisolada pareciese que fuese la señal de un camino.
Y hoy descubro, que esa mano pulga al suelo, y su color se desfallece y todo pinta en blanco y negro.

Quien me salva, quien nos salva a todos.

Se perdió la piedra filosofal , que para inri del destino no era gema ni teorema
si no un vulgar ladrillo, que orado nuestros bolsillos.

Y otra vez en las alacenas, las papas y los huevos, el flanin de las abuelas, las medias suelas en los zapatos y aunque esto suene arcaico, la cartilla de racionamiento impuesta por la hipoteca y el paro.

La deuda, el mundo clobal, la agonía sindical y este mundo de extrañeza que en vez de girar adelante parece que vamos atrás, ironía del destino como hacer buen camino si queda poco por labrar, nos cargamos el tejido industrial, le ponemos peros a la sanidad, y de la educación más vale ni hablar.

Quien me salva, quien nos salva a todos.

Dejamos de soñar, tantos sueños quijotescos,
Solo quedaran en este reino de ciegos los tuertos, los sancho panzas y los siervos,
La justicia clama al cielo, se llenaron los infiernos.

Y en las altas cumbres los hijos de Geppetto siguen contándonos cuentos, son los clones de Pinocho, estos si de carne y hueso, que sin respeto, intentan mas el desacierto que el acierto.

Quien me salva, quien nos salva a todos.

Si las despensas están vacías y las musarañas anidan en los cerebros.

Eso si la monarquía sigue dándonos buenos ejemplos.

Tú te cayas, mis hijos se casaran con quien les dé la gana,
Y a ti si te pillaron con las manos en la masa fuera de España.

Que abunde el buen ejemplo.

¿Quién nos salva?