sábado, 20 de noviembre de 2010

DE TU A TU



Me desnudo a ti
en un quebranto
Y aunque no tengo voz
Hoy te canto.

Me infundo en tu medula espinal,
me albergo a las cavidades de tu vientre,
me calzo con la horma de tu zapato,
y me cubro con tu epidermis.

Murmuro, suspiro, exhalo y rezo,
y con el aire que me sobra
aun bostezo.

Soy parte de todas las partes de tu cuerpo
aunque solo sea un susurro
una bocanada de aire fresco.

Soy paciente e intransigente,
y respiro del aire que oxigenas,
si me colmas de amor amo,
si me ignoras, me envenenas.

Si me piensas hermoseo
floreciendo en tu ser,
si me guardas y me añoras,
soy el vino que envejece,
soy el pan que te fermenta,
soy la prudencia analítica
que nivela el fiel de tu balanza.

Soy el sumiller del sentimiento
y un gourmet de los sentidos,
y navego por tu sangre y tu cerebro,
por tu pasión y tu sexo.

Soy el tacto en tus manos,
la caricia en tu adentro,
que te anhela y te pliega,
te sostiene y te dibuja,
te da forma y te moldea,
convirtiéndote en gran mujer.

Soy el tic tac de tu pecho
ese musculo insatisfecho
que te alimenta por dentro,
sublimando los sentidos
izando el sentimiento.

Soy lo terso de tu piel,
y estoy en el marfil de tu hueso
y en la mueca de tu sonrisa
en las moléculas de tu pelo.

Soy tu cándida boca,
y esa lagrima que se provoca
rodando en un mar de sueño.

Soy el horizonte de tu anhelo
la brisa el mar y el cielo
tu ovario y tu pensamiento
tu matriz y tu desvelo.

El iris de tus ojos
la visión de tu retina
la piel de tus labios romos
y el sabor prófugo de tu boca.

Estoy en la risa fresca
de tus labios carmesí,
en esta plegaria,
que habla y dice de ti.

Soy el pensamiento
que tienes en este momento
y tu cara de extrañeza,
y ese haaa que lanzas al viento.

Soy tu dueño y tu siervo,
estoy entre tu yo, y tu ego,
soy el mayordomo de tu hacienda,
y lapido o administro
según tu conciencia.

Soy yo misma quien te habla
y quien escucha la plegaria
de quien a veces dudas y otras callas
y muchas veces me preguntas,
¿dónde estoy?

Soy tú, la que ríe y llora,
la que viste y calza
quien enferma y ama,
y te dicta lo que escribes.

Y te envuelve en palabras,
en afectos y emociones,
quien se enfada,
y sueña contigo cada noche.

Tu sombra, tu corazón, tu alba,
quien te da la razón
la personalidad y el habla
y te juzga a veces, con severidad y castigo
y te lleva por las sendas y los caminos.

Soy tu sueño, tu fracaso, y tu gloria
también tú esperanza,
tu luna, tu cielo, tu estrella.

La gaviota, la mariposa y el felino
soy la piedra y el agua,
el buen amigo, el cordial vecino.

La habitante jocosa,
la militante utópica,
la voluble mariposa,
y la amante poeta.

La ciudadana del mundo
la marioneta rota
tu reflejo ante el espejo
la sedienta justiciera
la impecable revoltosa
defensora del amor.

Soy la intrépida,
la bohemia, la loca,
la cuerda, la amante,
la hija y la hermana,
soy quien soy,
y a veces no soy nada.

Soy tu alma tu espíritu
tu conciencia, la espantada del dolor
la incógnita de tu dios
que hoy me pongo en letra
para que no dudes.

Humedece tus labios,
y en un pliegue de tu brazo
sopla despacio, y siente mi beso,
si le das tu aliento,
me encontraras en tu piel.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Desde my ventana


Desde my ventana


Cúmulos plomizos hilados de algodón, se rinden a un nuevo Sol que despierta hiriente desmarañando las tinieblas.

Se recorta en el horizonte, cordilleras y montes entre un paisaje alfombrado de olivos.

Lomas preñadas de negra aceituna, maduran en su regazo los sueños oleos del campesino,

La tierra huela a mojada, con un aroma que exhala la sed de la ocre tierra.
Las plegarias del pueblo fueron satisfechas, rogando a la virgen de Guadalupe la patrona de esta tierra , San Isidro y Jesús el nazareno, llamado el de las aguas, en esa semana tan nuestra.

Entre lomas, el arco iris se muestra en su grandeza, consolidando el pacto con Dios, pero solo a medias,
que no se embarren los campos, y la cosecha sea buena.

Las torres de las iglesias, raspan desafiantes el cielo
coronando con la cruz estas tierras fronterizas,
reconquistadas a la media luna allá por el Medievo.

La forja y el bronce tildan a toque en alguna que otra campana vieja, llamando a los feligreses a misa nueva.

La ciudad madrugadora se despereza, y el Sol embozado entre las nubes hace guiños radiantes en las plazas y las callejas.

El aire es templado y húmedo, trayendo en sus efluvios paladares de humo.
hogueras que se alzan al cielo dibujando en su enredo filamentos blanquecinos.

Hogares de pestugas y ramón que en el campo calientan a cuadrillas al son del crispar en la candela el chorizo y la morcilla, es la hora de un tente en pie a la espera del descharche en la madera.

Viejos troncos retorcidos se acunan a la tierra, enfilados a sus lomas hacen mares en nuestra tierra.
Verde que te quiero verde, verde trigo y verde rama, como dijo el gran poeta.
En tus olivares se acaricia la fragancia y la nobleza.

La aceituna amoratada se va sorbiendo los soles junto a la verde y negra va collendo en los montones.
Apaleada la arboleda, respinga los nuevos brotes que con esmero y cariño prometen nuevas flores.

Los ecos del viento traen cantos de gorriones y algún que otro zorzal prendado de mil amores.
Las palomas de las torres vuelan en bandadas,
y en las rutas del otoñal hacen expertas picadas buscando el sustento de la mañana.

Al otro lado de la calle, frente a mi ventana,
hay un gato que se acicala, se lame con parsimonia, en la cornisa de un tejado, mientras un perro le ladra pensando en un buen bocado, y este indiferente le mira desafiante, sabiendo que no pasara nada.

Un murmullo a motores ronronea la ciudad, la gente corre al trabajo, se desplaza de aquí para allá y en la urbe mañanera,
a las puertas de los bares hay un tufillo a café y tostada regada con oro verde.

Los tejados son un puzles de ocres rojos y amarillos, por donde se deslizan trémulas las ondas sonoras de reloj de la torre, atalaya horaria mitad mora y cristiana estandarte de la ciudad amurallada.

Dan las ocho, y en la plaza las campanadas se disuelven al medrar en los soportales.
El Sol dibuja, de luz y de sombras, los espacios detenidos en las nubes

El tiempo quedo detenido, y vienen a mi mente, un ramillete de recuerdos. Un olor a pan nuevo y calentito, dos ochios a la barja junto a la botella de anís con vino, un clarete del pueblo vecino.
Arrieros y muleros esperan la orden del guillo, cargados con todos los aperos , el cribon y los mantones de vieja lona de hilo, las varas de castaño entrelazadas a las pleitas.

Algún que otro serón para aprovechar el camino, al pudridero de estiércol para abonar los olivos.
El lucero matutino me recuerda aquellas madrugadas de frio,
y unos ojos de cándala me enervan y me quitan el frio,
¿qué será de aquella moza? ¿qué será de su historia?
¡ donde quedo aquel cielo ladino!.

Donde perfumara ahora la rosa, de aquel pelo etéreo y fornido, habrá encontrado ya el perfume su esencia milagrosa.
sigue con sus espinas, tan delicadas mi amiga Rosa.

Aquella mujer moruna que regalaba en los otoños violetas, y pisaba alfombras de orquídeas.
Aquella mujer misteriosa, que no hablaba de amor, sino de entrañas.

Aquellos labios ardientes, que decían te quiero, aquella voz misteriosa, que se helaba en las sombras.
Una mujer felina, que te arrulla, y al mismo tiempo te araña y te odia.
¿como termina la historia?
que no sea tiempo perdido.

lunes, 1 de noviembre de 2010

LAMENTO


Lamento


El ocaso milagrea
tintando al sol
herido de muerte
en su camino al cadalso.

Truncada la luz gualda,
fluyen impenitentes
por sus venas desgarradas,
rayos púrpuras y naranjas.

Ante el crepúsculo, pálida la luna
se va engalanando de argento,
en su vientre plomizo
germina la luz del holocausto.

Coqueteando entre las nubes
las aves vuelven a sus nidos
y el mar borracho de matices sangre
se va enlutando despacio.

Un manto aceituno
sobrecoge la bóveda quemada,
Selene en su esplendor
despliega su bata estrellada.

El sueño avanza
engarzándose a la noche
con mucha fe y sin reproche
se filtra en el horizonte.

Las estrellas solitarias
taciturnas me acompañan
y una rosa que no nombro
se me va haciendo dalia.

Hombre solitario
paciente y guerrero,
la fe y la esperanza
tus armas y credo.

Hembra que en duelo
espera en los labios
la fragua de fuego,
la holganza que el alma
destiñe con besos.

Mi mano y mi daga
mi puño de acero
derviche deseo.

Se enclaustran en alma
en voz de jumento
en trueno que brama
amor traicionero.