jueves, 10 de noviembre de 2011

INSTANTES


Instantes

Preñada la tarde
de rojos que sangran a duelo,
colgué tu nombre
en las aldabas del viento.

Ungido de aromas romanzas y sueños
volaban misturas de sentimiento.
Caricias de sedas en labios fornidos,
y un cáliz cubierto de anhelos
derramando embrujos y todos mis besos.

Un suspiro profundo salió sin resuello,
y mi alma atrapada
navego con tu nombre en el viento.

Un escalofrió pétreo
se clavo en mis iris argentos
encandilados de menta
de unos ojos de misterio.

Amor de mis amores
ambrosia de un te quiero
vuela rauda y veloz
al tic tac de su pecho.

Que exprima la pasión,
contenida en mí deseo
Mientras se desmorona la tarde
y antes que se eclipse mi sueño.

lunes, 19 de septiembre de 2011

FOSIL


Fósil
Transitando las penumbras de la noche
mi alma vuelca en el éter su querer,
resonando en el eco su vibrato
quieren a tu rítmico corazón encender
y así las ondas naveguen
el rumbo de mi canto
trasegándolo al rojo intenso de tu pecho
y allí empiecen a florecer.

Una brisa de tu tierra
me trae esencia de espliego
una risa marinera
una boca y dos luceros
que emponzoñan mis sentidos
y se ensarzan a mi seno
se engalana de mixtura
la liturgia del deseo
embriagándose mis labios
de un carmín de terciopelo.

Alma de mi alma
que arlequina mi deseo,
nos veremos en el istmo de mi canto
zozobrando en las ascuas de los cuerpos,
almizclando al sudor y el sollozo,
aleando la pasión y el desenfreno
Si hay encuentro,
Si no seremos dos gotas de agua
de este mar de desaliento.

jueves, 19 de mayo de 2011

Encuentro en Marzo


Encuentro en Marzo


Se tejía la tarde
de celestes, terrosos y verdes,
bucólicos caprichos silvestres
enaltecían el paisaje.

El cielo pulido,
manchado de grana y bronce
respiraba olores de jazmín y azahar,
susurros del aire enhebrando fragancias.

Su tul vaporoso hilaba
filamentos de rayos de luz
tornasoles en un cielo plomizo y lechoso
a través de un tamiz de cristal.

El sol herido de muerte
agoniza como el fénix
en su parvo patíbulo del ocaso.

El horizonte sangrado se deshilacha eclipsado
en los tragaluces de tu ventana,
sus labios ardientes traspasan
las ondas traslucidas de tu cuarto,
y enamorando el espacio
se mecen con la silueta desnuda de tu cuerpo.

Mirándote en este espejo,
una templanza recorre tu seno
de carne carburo y fuego.

Detrás de la ventana
contemplas aquel cortejo,
como la tarde moría,
como la pálida luna sufría,
esperando a horcajadas la agonía del esposo.

Selene de apoco se enciende
sobre un cielo enlutado
las brillantes estrellas le miran,
en esta noche de Marzo.

Ya empieza el cortejo del amante al amado,
las magnolias traspiran, ilusiones y cantos,
la radiante luna se vistió de punta en blanco,
fulgurando en sus cuencas dos perlas de llanto.

Ya te venció el sueño
que te supo a nana,
y unos ojos pardos en la noche avanzan
ya duermes mi amada
entre sedas blancas.

Ya mi alma postrera
te vela en tu almohada
ya solo hay dos almas
que se buscan y abrazan
y se funden dichosas
en un trémulo beso.

Ya niña ya,
llego los claros del alba
ya niña ya
desperté de my sueño.

domingo, 1 de mayo de 2011

DESIDIA


Desidia


Embargado en la ambrosía del deseo
intento liberarme como un reo
de la ansiedad de su boca
y el influjo a su cuerpo.

Dualidad analítica del pensamiento
que idealiza el entendimiento
entre la idílica mujer, y la carnal hija de Eva.

Plegarias para mis actos,
quimeras emponzoñadas
de catarsis para un dilema.

Verbo que a mi verbo habita
estigmatizando al espíritu
haciendo de sus llagas una cruz en el silencio.

Diáfanas siento las claraboyas del alma
si en la distancia y al alba
se enredan en la cavidad de su pecho.

Caricias de alabastro modelan las manos
que hirvientes se derraman
en las rosas de sus senos.

Palabras de satén agasajan su oído
y en la pulpa de sus labios
crece un néctar mal herido
por saetas de Cupido.

Oceánicos ojos verdes
despotrican misterio,
oleajes de esmeraldas
nublados en un mar de argento.

Se fueron perdiendo en la bruma
en la maldad del tiempo
y hoy truenan en mis oídos
la pequeñez del silencio.

Fugaz pasa la estela
de una sombra que en el viento
revolotean vivencias
de unas hojas que cayeron.

Ya por ti no muero,
hiperbóreo me alejo del sur
oxidado en un búnker de acero.

Néctar para los dioses
y alas de cera
para el que quiso tocar las estrellas.

Solo me queda la niebla
y el brocal inexplorado
del reverso temeroso.

Parece que me miran leñosos
aquellos ojos feroces
envueltos de menta y argento.

O quizás sean dos verdes hojas
que mece el viento
entre fandango y lamento.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Anises de menta y fuego


Anises de menta y fuego


En la buena estrella
se consume la esperanza,
y a la fragua de mi sueño
se le van acabando las brasas.

Los años siguen su curso
en este reloj de arena,
que hoy blanquea mi cabello
mañana sepultara la pena.

Si ya en la vida poco se logra,
y solo tienes de sombra
el ciprés que copa el cielo,
sal, de la arboleda perdida.

Se desojo la margarita
fue perdiendo su corola
y entre los dedos vacios
quedaron dispersas las notas.

Si el paisaje se diluye
volcado entre las sombras
y entra en la anochecida
esa luz que te disloca.

Los ojos encumbran el cielo
buscando el enhebro de la senda perdida,
murmuran por un instante tu nombre,
confundiendo a mí ego.

Quizás sea la llama que agoniza
o una estela que me aviva,
o el carburo de unos ojos
que en el cielo se entronizan.

Cuando mis arcos gozosos
se impregnan de sortilegio
raspan en el éter la imagen
de tus labios rojos y te beso.

Sublimes recatan las palabras
que en tu boca callan
lapidando al tiempo
en un vaivén de entendimiento.

Giran y rulan las metáforas
granizando las desidias del deseo,
congelado a la gramática,
hierven en las curvas de tu seno.

Anida en mí
la textura de las formas de tu cuerpo
y esa ola que calcina al éxtasis
en las entrañas de tu ego.

Idealizo los quejidos
en la sorna de unos labios
que amedrentados de risas,
secas sus vulvas quedaron.

Cuando ya nada se espera
y poco se pudo hacer,
podrá quedarte el quizás
igual te dispensa un tal vez.

Anises de menta y fuego
para el dragón de la inocencia,
y sangre a mi corazón,
que esta empachado de menta.

lunes, 21 de marzo de 2011

Carta a Manuela


Carta a Manuela

Generoso nombre asiste a tu vida
aunque en el no creas
la esperanza te bautiza.

Te reconozco en las ondas
y en las liturgias del aire
como al polvo de estrella
o el crepúsculo de la tarde.

Tus labios melosos
bamboleaban tristezas
y el brillo de tus ojos
se nublaban acuosos cargados de menta.

Siento las silabas
rotas de tu garganta
susurrando furiosas
los alaridos del alma.

En tus entrañas
lacera una miel amarga
que consume la ansiedad
Importunando a la esperanza.

Zurcido a tu cuerpo
también ronda el crédito
de una vida generosa y placentera
y un futuro esperanzador y cierto.

El Dios que está con nosotros
te protege desde tu nacimiento
portando en su mano al mundo
quiere ceñirlo en tu pecho
grano a grano velo a velo.

La llama que te guía,
que no perezca,
y le dé luz y calor, a tu joven corazón
que emulsionado de sazón
siempre late con ardor.

Ese sol que te irradia
es la brújula del destino
que hilvanado a tu sino,
va haciendo senda y camino.

Peregrina de la vida,
no te malgastes en los laberintos de la senda,
y tomes como escudo
los quebrantos de tu cuerpo.

Mírate en el fondo del pecho,
como crece generosa
la flor que germina victoriosa
arrebatando tu aliento.

Quitando a la apariencia,
solo somos un poco de agua
polvo que vuelve a la tierra,
y átomos que circundan la nada.

Tu energía que quede en la memoria
y en los labios de quien te ama
pétalos para la vivencia
y perfume para el alma.

Ese olor tan entrañable
que identifica la añoranza
que un día de labriega
se tropezó con tu alma.

Riega, siembra, abona y labra,
que ya vendrá la cosecha,
y recogerás la grana,
el trigo será tu alimento,
y deja que vuele la paja.

Compañera de camino
mi amiga de batallas,
te llevo en mi regazo,
en mi sueño y en mi alma.

lunes, 28 de febrero de 2011

Una historia


Una historia

La bóveda celeste ampara
una noche serena y clara
las estrellas resplandecen
de satén carburo fuego
embriagando a la noche
en un ágape de terciopelo.

La luna se engalana
tras los cirros tenebrosos
añorando a un sol
que por ella desfallece.

Radiante y vestida de gala,
embauca a un mar en porcelana,
coloreando a sus barbas en plata.

Las salinas aguas se vidrian
de sueños estelares
y las espumas del mar
se preñan de rayos lunares.

Las olas
en su vaivén me cantan
rumores de amores,
y en el salitre viene
redobles de corazones.

El viento aflauta
los silbos y las pasiones,
melodías que labran
las partituras del alma.

La gaviota revuela
por las marismas al alba,
enhebrando cabriolas,
quebrantos y zambras.

En el corazón
de la ave solitaria
se canta,
justicias sin credo,
besos de bromuro y fuego,
quejidos, lamentos,
de tímido vuelo.

El azul del cielo
herbola la plegaria
y en dulce eco
a mis arcos alcanzan.

La luz de unos ojos,
Los labios frondosos,
de carne que abrasa,
ruega y aman.

Sibilinamente callan,
envueltos de cenizas,
de las ascuas mundanas,
teñidas de verde,
de verde esperanza.

Las granas de un beso
transitan la aurora.
mis labios sedientos,
se mueren de ganas.

El sol renacido
ilumina la alborada,
la luna de cuero
se diluye al alba.

Mi historia termina
con los labios secos
las manos desnudas,
y una daga en el pecho.

jueves, 3 de febrero de 2011

LA DANZA DE LAS LIBÉLULAS


LA DANZA DE LAS LIBÉLULAS

En un banco de agua
ligero danzo, ligado a ti,
en la profundidad oceánica.

El insondable mar
testifica mudo nuestro encuentro,
y la suave luz adormecida
se devora en las fauces del abismo.

Se ondula tu cuerpo junto al mío
en la suave parvedad de la fragancia,
te ciñes a mí alrededor,
y nadas, encadenando ondas.

Somos dos almas amantes
radiales en una noria,
jiras, das vueltas y danzas,
peonza de carne y hueso
tus brazos excelsos
me envuelven en un misterio.

Tu espíritu,
en cabriola mi alma,
batallando con los átomos del agua,
y danzas y danzas
en armonías simétricas,
bailando con mi espíritu
el vals de las libélulas .

Cabellos de seda etéreos
fulguran en mis deseos,
sirena de un mar adentro
mi vida, un poema y un verso,
ay amor, sin ti yo muero.

Mujer de sémola y fermento
eres mí grano de mostaza
y hoy retozo en la añoranza
bajo la sombra de un destino.

Soy tú reo y tu cautivo
encerrado en un misterio,
de unos ojos que me hablan,
una voz que me ensordece,
y unos labios que se callan.

Jiras das vueltas y danzas
bogas en los suspiros del agua
envuélveme con tus alas,
mujer de mi profecía
y seca del todo mis lagrimas.
pañuelo de verde sino.

sábado, 8 de enero de 2011

Llueve


Llueve


La tarde desmembrada
desmorona los ciclos del tiempo
y las horas van huyendo
en esta trayectoria invernal.


En el horizonte se pintan
algodones crises de vapor de agua
bañados con reflejos de oro,
antes que se ciegue el ciclope estelar.


silban los álamos plateados
en los surcos melancólicos del aire,
el sol inocula de brillo
el envés de sus hojas de albas blancas.


El aire se viste de distorsión y holganza
trasmutando al espacio su eco,
y a mis oídos llega
el retumbar lejano de un trueno.


El eucalipto se alza junto al ciprés
como llama enternecida al cielo,
horadando el firmamento infinito,
los abetos ruegan por un desvelo.


Las encinas negras
preñadas de perlas
atesoran capullos de cuero,
frutos leñosos con sombrero.


El campo se quiebra en la barrancada
entre la zarza y el duelo
respirando un ambiente oloroso
de tomillo, orégano y romero.


La jara el hinojo y la menta
me recuerdan dos ojos de almendra
sus iris llenos de misterio
liberan mi angustia y deseo.


Me estremece de nuevo el sonido del cielo
las nubes crises lloran empapando a la tierra
y de sus entrañas se vaporiza
el fervor inoculado de espliego.


Transitan en mí, sus pupilas felinas,
y la pasión se narcotiza de incienso,
volubles se impregnan mis ojos,
como el licántropo al hechizo de luna.


Y así yo perenne en la inducción verdecida
se ondulan los pliegues de mi pensamiento,
como una brisa fresca y marinera,
que es el aire de mi sustento.


Que me hace bogar a toda vela
hacia una estela, que se diluye con mi tiempo,
ay estrella marinera, ay hechizo de luna,
hoy el campo llora,
y yo me sustento con un ágape de menta.